La piel, como órgano más grande del cuerpo, tiene una estructura compleja entre otras que desempeña un papel vital para protegernos del entorno exterior. Sin embargo, a medida que envejecemos, esta compleja estructura experimenta cambios significativos que afectan a su aspecto y resistencia. Comprender estas capas y cómo envejecen es esencial para apreciar la eficacia de tratamientos como la radiofrecuencia monopolar, que se dirige a las capas profundas de la piel para ayudar a restaurar la firmeza y la elasticidad.
Capas de la piel [1, 2]
La piel se compone de tres capas principales: la epidermis, la dermis y la hipodermis (o tejido subcutáneo). Cada capa tiene una composición y función únicas, que contribuyen a la salud y el aspecto general de la piel.
1. Epidermis
La epidermis es la capa más externa y sirve de barrera protectora de la piel. Comprende múltiples subcapas, que se componen sobre todo de queratinocitos, que producen queratina, una proteína que refuerza la piel y crea una barrera impermeable. En zonas como las palmas de las manos y las plantas de los pies, esta capa es más gruesa para proporcionar una protección complementaria. La epidermis se renueva sin cesar, y las células pasan de la capa basal a la superficie, donde acaban desprendiéndose.
2. Dermis
Debajo de la epidermis se encuentra la dermis, una capa más gruesa que proporciona soporte estructural. Esta capa es rica en colágeno (alrededor del 70 %) y fibras de elastina, que confieren a la piel firmeza y elasticidad. La dermis alberga fibroblastos, células inmunitarias y vasos sanguíneos, y desempeña un papel crucial en la cicatrización y el suministro de nutrientes. Consta de dos subcapas: la dermis papilar (más próxima a la epidermis) y la dermis reticular (más profunda y densa).
3. Hipodermis (tejido subcutáneo)
La hipodermis, o capa subcutánea, es la parte más profunda de la piel y está compuesta sobre todo de grasa y tejido conjuntivo. Esta capa aísla el cuerpo, amortigua las estructuras subyacentes y conecta la piel con los músculos y los huesos.
Cómo afecta el envejecimiento a cada capa de la piel [3, 4]
A medida que envejecemos, cada capa de la piel experimenta cambios que afectan a su aspecto y textura generales.
1. Envejecimiento epidérmico:
Con el tiempo, el ritmo de renovación de la epidermis se ralentiza, lo que provoca una acumulación de células muertas en la superficie de la piel. Esta ralentización de la renovación celular da lugar a una tez apagada y puede hacer que la piel sea más propensa a la sequedad. Asimismo, disminuye el número de melanocitos, las células responsables de la pigmentación, de manera que hace que la piel sea más susceptible a los daños solares y a la pigmentación desigual. Estos cambios contribuyen a una falta general de luminosidad y elasticidad en la piel.
2. Envejecimiento dérmico:
La dermis experimenta algunos de los cambios más significativos que tienen que ver con la edad. La producción de colágeno disminuye y las fibras de colágeno existentes se fragmentan, de modo que reduce la firmeza de la piel. La elastina, que aporta elasticidad, también disminuye, lo que provoca la flacidez de la piel y la formación de arrugas. La dermis también se vuelve más fina, de manera que debilita el sostén de la epidermis y hace que la piel pierda su aspecto juvenil. La densidad de los vasos sanguíneos también disminuye, y esto puede reducir el aporte de nutrientes y ralentizar la cicatrización de las heridas.
3. Envejecimiento hipodérmico:
La hipodermis pierde volumen debido a una disminución de las células grasas. Esta reducción de volumen, sobre todo en el rostro, provoca un aspecto hueco o hundido, así como flacidez y la formación de arrugas más profundas. Los cambios en la distribución de la grasa y la disminución del soporte del tejido conjuntivo contribuyen a un contorno facial menos firme y definido, que suele asociarse al envejecimiento.
Factores externos e internos que influyen en el envejecimiento de la piel [5, 6]
En el envejecimiento influyen factores internos y externos, que afectan de manera conjunta a la estructura de la piel con el paso del tiempo.
• Factores internos
El envejecimiento intrínseco viene determinado en gran medida por la genética y los procesos biológicos naturales. A medida que envejecemos, la producción de colágeno disminuye de forma natural y los glicosaminoglicanos (GAG), responsables de mantener la hidratación de la piel, se degradan. Los cambios hormonales, sobre todo durante la menopausia, también pueden acelerar el envejecimiento al afectar a los niveles de colágeno y a la elasticidad de la piel.
• Factores externos
Entre los factores externos de envejecimiento se encuentran la exposición al sol, la contaminación, el tabaquismo y la mala calidad del sueño. La exposición al sol, en particular, es una de las principales causas del envejecimiento prematuro de la piel, que conduce al fotoenvejecimiento, un proceso que se caracteriza por la degradación del colágeno, la hiperpigmentación y las líneas de expresión. La contaminación y el tabaco exponen la piel a los radicales libres, que dañan las células y aceleran el envejecimiento. La falta de sueño de calidad puede impedir los procesos de reparación de la piel, lo que agrava aún más los cambios que guardan relación con la edad.
El papel del colágeno y la elastina en la firmeza y elasticidad de la piel
El colágeno y la elastina son dos proteínas esenciales que mantienen la estructura de la piel. El primero proporciona soporte estructural, mientras que el segundo permite que la piel recupere su forma original tras el estiramiento. Juntos mantienen la piel firme y resistente. A medida que el colágeno y la elastina se degradan con la edad, la piel pierde firmeza y elasticidad, lo que se traduce en flacidez, líneas finas y arrugas [7].
Cómo tratamientos como la radiofrecuencia monopolar de Solta Medical abordan el envejecimiento a un nivel más profundo
Los tratamientos no invasivos, como la radiofrecuencia monopolar, están diseñados para tratar los signos del envejecimiento al actuar sobre las capas más profundas de la piel, donde se produce el colágeno y la elastina. Mediante el uso de tecnología avanzada de radiofrecuencia, la radiofrecuencia monopolar de Solta Medical estimula la dermis, de manera que favorece la síntesis de nuevo colágeno. Esto ayuda a contrarrestar la disminución natural del colágeno, de modo que restaura parte de la firmeza y elasticidad de la piel sin necesidad de cirugía [8, 9].
La energía de radiofrecuencia penetra a fondo y calienta la capa dérmica para desencadenar una respuesta de cicatrización de heridas que incluye la remodelación del colágeno. Con el tiempo, este proceso da lugar a una piel más firme, una textura mejorada y una reducción de la aparición de líneas finas y arrugas. La radiofrecuencia monopolar de Solta Medical funciona muy bien en zonas propensas a la flacidez, como la mandíbula, las mejillas y el cuello, ya que estimula la piel para que reconstruya su soporte estructural desde el interior [10, 11].
Conclusiones
Comprender la estructura de la piel y cómo cambia con la edad es esencial para elegir tratamientos antienvejecimiento eficaces. La epidermis, la dermis y la hipodermis desempeñan funciones distintas en el mantenimiento de la salud y el aspecto de la piel, y a medida que estas capas envejecen, contribuyen a la aparición de signos comunes de la edad como las arrugas y la flacidez.
Los tratamientos como la radiofrecuencia monopolar de Solta Medical ofrecen un enfoque no invasivo para abordar estos cambios mediante la estimulación de la producción de colágeno en la capa dérmica más profunda, lo que ayuda a restaurar la firmeza y elasticidad de la piel. Si se conoce cómo envejece la piel y los beneficios de los tratamientos que actúan desde el interior, las personas pueden tomar decisiones informadas para mantener una piel de aspecto joven a cualquier edad.
Referencias
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